“Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó a alabar a Dios.” (Lucas 13:13)
La habilidad de ponerse de pie y mantener tu cabeza en alto, tiene poco que ver con el color de tu piel y mucho que ver con el contenido de tu corazón. Todos somos uno en Cristo, en el reino de Dios el estatus social no cuenta, así como el género tampoco; “no existe ni hombre ni mujer…todos somos uno en Cristo” (Gálatas 3:28) y tu pasado moral tampoco.
Rahab era una prostituta hasta que ejerció la fe en la palabra de Dios. Una vez que pasó ella nunca regresó a su antigua profesión. De hecho, ella es mencionada junto con Sara, la esposa de Abraham, porque ella creyó en Dios y fue bendecida (Hebreos 11:31). La fe en Cristo crea una verdadera equidad; cuando la tienes tu puedes caminar con la cabeza en alto a pesar de tu pasado. No importa lo que la gente diga. Lo que Dios dice de ti y lo que tú crees acerca de ti es lo que realmente importa.
Lucas registra: “Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse. Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer, quedas libre de tu enfermedad. Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó a alabar a Dios.” (Lucas 13:10-13). Cuando tú comprometes tu vida con Cristo, El te va a cambiar.
El se ocupará de lo que te tiene paralizado espiritualmente, mentalmente, emocionalmente, y te causará que te pares derecho.
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