“No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón”. 1 Samuel 16:7
Algunos de las personas más grandes del mundo no se consideraron “calificados”. El hermano mayor de David fue un oficial de alto nivel en el ejército de Saúl, pero no tenía ni la estrategia ni la fe para derrotar a Goliat. Cuando Samuel llegó a la casa del padre de ellos para elegir al sucesor del rey Saúl, Isaí solo sacó 7 de sus 8 hijos. Pero…¿Por qué no a David? Porqué el no era “calificado”. Sin embargo, se convirtió el Rey más grande de Israel.
Hiéralo en la pierna y tienes a Sir Walter Scott. Enciérralo en la prisión y tienes a John Bunyan autor del El progreso del peregrino, Entiérralo en la nieve de Valley Forge y tienes a George Washintong. Críalo en pobreza extrema y tienes a Abraham Linconl. Sómetelos a prejuicios religiosos amargos y tienes un Disraeli. Arremételo con parálisis infantil y tienes un Franklin D. Roosevelt. Ensordécelo y tienes a un compositor genio llamado Beethoven. Que nazcan como negros en una sociedad llena de discriminación y tienes a Martin Luter King Jr.
¿Has oído sobre el vendedor de viaje recién contratado quien envió su primer reporte de ventas desde la oficina de su casa?” He visto este equipo y considero que no comprarían nada de nosotros si solo estamos en la oficina. Ahora, Voy a Chicago”. Antes de que su jefe lo despidiera, el envió una segunda carta. “Vine a Chicago y vendí más de un millón” Temeroso si el despedía al vendedor y conciente si no lo hacía, el gerente dejó el problema al presidente. A la mañana siguiente todo el departamento de ventas se sorprendió al ver un memo del presidente publicado en el boletín al lado de las dos cartas del vendedor. Decía: “Hemos estado gastando mucho tiempo tratando de descifrar y no suficiente tiempo en tartar de vender. Observemos las ventas. Quiero que todos lean estas dos cartas de este vendedor quien ha hecho un gran trabajo para nosotros, así que todos hagan lo que el ha hecho”.
La brillantez no es un diploma en tu muro, es… intuición… iniciativa… integridad. Armado con la ayuda de Dios y tu estarás más que “calificado”.