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jueves, 18 de noviembre de 2010

Moraré en la casa del Señor por siempre…

Moraré en la casa del Señor por siempre…



“…Moraré en la casa del Señor por siempre”. Salmo 23:6.

Cuando somos jóvenes, el cielo tiene un atractivo limitado. Porque tenemos muchos sueños; como el amor, el matrimonio, los niños, la carrera… y así sucesivamente. El Envejecimiento es la manera en que Dios nos mantiene dirigiéndonos a casa. ¿Y que de la muerte? Los cristianos no somos enterrados, somos plantados. Pablo escribió: “…Lo que se siembra en corrupción, resucita en incorrupción, lo que se siembra en oprobio, resucita en gloria, lo que se siembra en debilidad, resucita en poder. (1° de Corintios 15:42-43)

Calvin Miller escribió: “El mundo es pobre porque su tesoro está enterrado en el cielo, y todos sus mapas del tesoro son de la tierra”. ¿Has oído hablar de la historia del pájaro llamado Putsy? Cuando nadie lo reclamó al estar perdido, la sociedad protectora de animales se lo otorgo a Susana. Se hicieron grandes amigos rápidamente y un día el pequeño pájaro hizo algo increíble, posado sobre el hombro le susurró, “Mil quinientos Sur Oneida Street, Green Bay, Wisconsin” Susana se quedo estupefacta!, Ella descubrió que la dirección realmente existía y fue allí para encontrarse con un hombre llamado John Stoobants, le pregunto que si tenía un perico, y él le contesto que solía tener uno que echaba mucho de menos… cuando vio a Putsy estaba muy contento, Susana agregó que hasta sabia su número telefónico.

Esta historia es tan loca como podríamos pensar. Puedes ver que todos tenemos una dirección eterna en nosotros. “Dios hizo todo hermoso en su momento, y puso en la mente humana el sentido del tiempo, aun cuando el hombre no alcanza a comprender la obra que Dios realiza de principio a fin.” (Eclesiastés 3:11) En el fondo, sabemos que no estamos en casa, sin embargo, tenemos que tener cuidado de cómo vivimos y como estamos. ¿Quieres hacer de tu casa un hotel? Nuestra mayor preocupación  debería ser sentirnos en casa aún cuando no estamos en ella, que sentirnos  lejos de casa estando en ella.

“En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo”. Filipenses 3:20

Guárdame en tu presencia – Abel Zavala

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